

En días recientes se hizo pública una noticia que nos deja impactados a todos aquellos que luchamos todos los días por los derechos humanos. Es la conducta de un vecino que denuncia a una madre de 80 años cuidadora de una adulta con una condición de discapacidad significativa, porque esta última emite gritos que interrumpen su tranquilidad. Como psicóloga clínica defino la crisis política y social de nuestro país como la pérdida de un sentido de comunidad y la empatía. Pero más allá de la queja del vecino, lo impactante de esta noticia es que en la mayoría de los comentarios que leo alrededor de la noticia no nos conmueva de la misma manera que una persona sumamente mayor, a estas alturas de sus 80 años, todavía esté cuidando de su hija adulta.
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