El acercamiento a los desafíos de la inteligencia artificial no debe ser apocalíptico, sino crítico, escribe Luis Zambrana
El acercamiento a los desafíos de la inteligencia artificial no debe ser apocalíptico, sino crítico, escribe Luis Zambrana
El desarrollo tecnológico actual es significativamente más acelerado que hace algunos siglos atrás, incluso décadas. Aunque el término inteligencia artificial (IA) esté en boga, sus orígenes se remontan a la década de 1930, cuando Alan Turing desarrolló sistemas de previsión y prevención de casos a raíz del uso de algoritmos. Desde su utilización en la Segunda Guerra Mundial para descifrar mensajes ocultos de los nazis, hasta su habitual uso contemporáneo en campañas electorales de democracias liberales, su función y desarrollo lanzan importantes dudas ético-políticas. No por casualidad, parafraseando un título de Umberto Eco, el tema se ha contemplado desde posturas apocalípticas o de integración; desde la proyección de distopías cinematográficas hasta la formulación de (tecno)utopías.
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