Los discursos de odio no pueden continuar agarrándose de Jesús para sustentar su discrimen porque las enseñanzas del Cristo no apoyan, de ninguna manera, ideas que lastiman o atentan contra la vida y dignidad humana, afirma Rubén David Bonilla Ramos
Los discursos de odio no pueden continuar agarrándose de Jesús para sustentar su discrimen porque las enseñanzas del Cristo no apoyan, de ninguna manera, ideas que lastiman o atentan contra la vida y dignidad humana, afirma Rubén David Bonilla Ramos
Me crie en la iglesia cristiana. De niño aprendí historias de personajes bíblicos, mayormente hombres, porque en los 90 el machismo y la cultura cristiana patriarcal eran mucho más prevalecientes que ahora. Desde pequeño escuché el mismo estribillo: “Dios es…”, siempre acompañado de alguna descripción: amor, misericordia, y, cómo no, fuego consumidor. Ese Dios del fuego consumidor era tirano, abusivo, misógino. Crecí, muchas veces, con la imagen de ese Dios que, honestamente, me daba mucho miedo.
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