No importa cuánta gallardía imprima Biden a sus gestos y sus palabras, son eso nada más: palabras que no detendrán los aviones que masacrarán a los ucranianos ante las cámaras, escribe Pedro Reina Pérez
No importa cuánta gallardía imprima Biden a sus gestos y sus palabras, son eso nada más: palabras que no detendrán los aviones que masacrarán a los ucranianos ante las cámaras, escribe Pedro Reina Pérez
Hoy más que nunca, la política deviene en esencia un acto comunicativo, un evento que construye mediante el lenguaje un escenario, unos actores y una trama. En tiempo de las redes sociales y de la proliferación de falsos medios de comunicación resulta imprescindible aguzar el ojo y afinar el oído para interpretar los signos con que se va armando esa versión del mundo en que vivimos. Tal es el caso del presidente estadounidense Joe Biden parado frente a los altos cargos del gobierno para entregar su discurso anual del estado de la nación, mientras el ejército ruso demuele a punta de cohetes a su vecina Ucrania en un acto de calculada agresión. El discurso tuvo una importancia mayor tanto por lo que dijo como por lo que calló. Procedamos a desmontar algunos de los mensajes.
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