Opinión
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Muchos políticos, cuando asumen el poder, abandonan el IQ y adoptan el YQ. Esto es, cambian el coeficiente de inteligencia, sobre todo la emocional, y borrachos de poder responden con un arrogante “¿Y qué?” ante las expresiones de asombro de quienes observan su comportamiento prepotente. Y sí, estamos hablando de Donald Trump y su discípula criolla Jennifer González, pero no se limita exclusivamente a ellos.
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