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Como si hubiese que compadecerse de las estructuras bipartitas que han llevado al país por el camino de la corrupción y la miseria durante el último medio siglo, Carlos Díaz Olivo, en su columna del martes 1 de noviembre de 2022 (El nuevo bipartidismo: el maridaje Dalmau-Natal), pretende echar sombras sobre las alianzas entre partidos para apoyar candidatos que potencien alternativas democráticas de gobernanza. Olvida que todos tienen muy claro que el bipartidismo es la alternancia en el poder de dos partidos políticos que, como clanes encontrados, deshacen de rojo lo que estaba de azul. O viceversa, si lo prefiere.
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