Sería un gran retroceso que en 2028 el MVC y el PIP se presentaran como fuerzas separadas que compitan entre sí y se anulen mutuamente, escribe Rafael Bernabe
Sería un gran retroceso que en 2028 el MVC y el PIP se presentaran como fuerzas separadas que compitan entre sí y se anulen mutuamente, escribe Rafael Bernabe
A principios de 2024 destacamos tres elementos de la situación política en Puerto Rico. Primero, se acentuaba el desprestigio de los partidos Nuevo Progresista (PNP) y Popular Democrático (PPD). Segundo, en 2020 los candidatos a la gobernación del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) y el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), combinados, habían obtenido 28 % de los votos, en una elección en la que el ganador obtuvo 33%. Tercero, un partido ultraconservador se presentaba como alternativa al bipartidismo. La conclusión era evidente: el MVC y el PIP debían aliarse, para así enfrentarse con más fuerza al bipartidismo y bloquear el crecimiento de fuerzas antidemocráticas.
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