El que se tenga pena a sí mismo no tiene cabida en esa visión de futuro. Para ese y los que promueven la autocompasión incapacitante, violín hoy y siempre, escribe Zayira Jordán Conde
El que se tenga pena a sí mismo no tiene cabida en esa visión de futuro. Para ese y los que promueven la autocompasión incapacitante, violín hoy y siempre, escribe Zayira Jordán Conde
Mi prima Sandra tocaba el violín. Me invitó a los once años a acompañarla trasbastidores en el difunto hotel Aladdin de Las Vegas donde tocaba para Los Carpenters. Atesoro ese recuerdo más aún pues ya mi prima falleció y la recuerdo con dulzura. Mi tío Jesús tocaba el violín también y nos hacía reír con miedo a mi hermana y a mí cuando tocaba “La carcajada del diablo” de Niccolo Paganini en los veranos cuando visitábamos. El otro violín que recuerdo de mi infancia es el de Olga Breeskin en el show de Luis Vigoreaux, bailando sensualmente mientras deleitaba a la audiencia.
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