Es hora de reconocer nuestra complicidad no solo con el problema de la violencia y de la criminalidad, sino también con la perpetuación de una institución evidentemente obsoleta: la cárcel, escribe Madeline Román
Es hora de reconocer nuestra complicidad no solo con el problema de la violencia y de la criminalidad, sino también con la perpetuación de una institución evidentemente obsoleta: la cárcel, escribe Madeline Román
Hace muchos años el criminólogo italiano Alessandro Baratta planteaba que los muros de la cárcel separan a la sociedad de una gran parte de sus problemas. Sin embargo, como he señalado en muchas ocasiones, hay quienes creen que los problemas sociales se resuelven encerrando a la gente. Cada vez que imponemos a una persona la pena de cárcel, lo que hacemos es depositar en esa persona el peso de los problemas que como sociedad no hemos podido resolver.
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