Para muchas mujeres no se trata de quebrar techos de cristal, sino de poder mínimamente quebrar la puerta de entrada- sólida, sólida, escribe Celina Romany
Para muchas mujeres no se trata de quebrar techos de cristal, sino de poder mínimamente quebrar la puerta de entrada- sólida, sólida, escribe Celina Romany
Hace 33 años, cuestioné el techo de cristal del que repetidamente habló Hillary Clinton en la Convención Demócrata que se celebra en Chicago. Porque el techo de cristal al que aspiramos no se ha limitado a procurar equidad para la mujer - definida “genéricamente”. En 1991 escribí un artículo titulado Ain’t I a Feminist? (4 Yale Journal of Feminism, 23 1991) Arranqué diciendo: “Quiero recuperar mi fe en el feminismo en este 1990. Ese feminismo que me ofreció la fuerza para entender la historia de una mujer nacida y criada en una colonia y quien emigra a la metrópolis, el feminismo como proyecto de liberación”.
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