Ningún juez, no importa su categoría, debe estar exento de que su conducta judicial o extrajudicial sea evaluada por otros. Ningún juez debe estar exento de rendir cuentas por su comportamiento, escribe Guillermo Figueroa Prieto
Ningún juez, no importa su categoría, debe estar exento de que su conducta judicial o extrajudicial sea evaluada por otros. Ningún juez debe estar exento de rendir cuentas por su comportamiento, escribe Guillermo Figueroa Prieto
Que el juez del Tribunal Supremo, Erick Kolthoff, haya declarado “no ha lugar” una moción para que se inhiba de participar en el caso actualmente ante el Tribunal Supremo en el cual el Colegio de Trabajadores Sociales es la parte demandada no debe sorprender a nadie. Ello, porque según expone en su resolución, el hecho de que el abogado de los demandantes contra el Colegio, licenciado Jorge Lucas Escribano, y él compartieran mesa en un almuerzo casual de confraternización fue, como dice, una coincidencia. Por lo que surge de la resolución, su mente está tranquila aduciendo que el almuerzo fue con personas que no tienen relación con el caso. Sin embargo, eso parecería no ser cierto ante la realidad de que el licenciado Escribano, con quien almorzaba en la misma mesa, es abogado de los demandantes en el caso.
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