No sé cuántas veces habrá que insistir en lo mismo: que hay que brindarles ayuda a las víctimas de violencia machista a pesar de ellas mismas, escribe Hiram Sánchez Martínez
No sé cuántas veces habrá que insistir en lo mismo: que hay que brindarles ayuda a las víctimas de violencia machista a pesar de ellas mismas, escribe Hiram Sánchez Martínez
No sé cuántas veces habrá que insistir en lo mismo: que hay que brindarles ayuda a las víctimas de violencia machista a pesar de ellas mismas. Estamos ante un problema tan complejo que nunca sabremos si sabemos lo suficiente sobre cómo afrontarlo. A la mayoría de nosotros, que no somos psicólogos ni trabajadores sociales, se nos hace sumamente difícil entender por qué una mujer que reclama haber sido vapuleada por los puños sin guantes de un boxeador profesional en un asalto sin minutos de duración ni árbitro que controlara la pelea, digo la pela, ahora quiere desistir del caso por tal abuso. Todos vimos las fotos del rostro amoratado e hinchado de ella, incluso aquellos que habrán de componer el jurado y tendrán a su cargo las tarjetas de votación que utilizarán para juzgar al boxeador acusado por tales hechos.
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