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La ciencia ficción nos volvió a fallar. Uno lo intuye en particular los sábados en la mañana cuando se da cuenta de que, en casi todas las estaciones de radio y televisión, reinan dos infomercials: la energía solar y las pastillas orgánicas para la potencia sexual. Quiero pensar que es pura coincidencia porque en ocasiones, después del anuncio de la energía solar, varían la cosa con otro infomercial de filtros de agua -en el que nos dicen que el líquido que sale por el grifo tiene residuos de heces fecales. Y hasta puede que la misma voz que publicita el filtro de agua -carísimo, por cierto- nos venda, además, unas pastillas para la limpieza del hígado –porque aducen que hasta las frutas que nos comemos tienen pesticidas y gremlins que congestionan el hígado. Así que uno escoge entre salvar el hígado, filtrar el agua inmunda del grifo o la energía solar. Y justo cuando uno fantasea con atestar el techo de placas solares, solo para vengarse de Luma Energy, nos enchumba la desazón de que los que vivimos de cheque a cheque jamás podremos desquitarnos contra el nuevo monopolio energético. Entonces uno llega a la terrible conclusión de que el futuro que tanto imaginó la ciencia ficción estaba diseñado solo para ciertos bolsillos.
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