

El cristianismo ha condenado la homosexualidad por siglos. Los que condenan generalmente recurren a las escasas y ambiguas citas bíblicas sobre este tema. En los Evangelios, las fuentes más cercanas a Jesús, no aparece el tema de la homosexualidad. De haber sido importante, habría algún mandamiento al respecto. Lo que sí dicen los Evangelios es que debemos no juzgar y amar al prójimo. Lamentablemente, hemos juzgado más que lo que hemos amado. El juicio viene con un déficit de amor y empatía hacia los otros, sobre todo, hacia los homosexuales. Una excepción es el Papa Francisco: “¿Quién soy yo para juzgar?”
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