Hace unos días veía con asombro (y vergüenza ajena) cómo un exgobernador de Puerto Rico (PPD) y un expresidente del Senado (PNP), en su función de “analistas” y con un tono desencajado, hacían su mejor esfuerzo para desalentar las alianzas electorales. Su análisis imparcial y objetivo (dijo nadie nunca) esencialmente concluyó que: 1) las alianzas están prohibidas hace casi 100 años en Puerto Rico, 2) quienes promueven las alianzas son unos “tramposos” que solo buscan “guisar en la Comisión Estatal de Elecciones” y 3) naturalmente, nada de lo anterior es responsabilidad del PNP, ni del PPD. Veamos los hechos.
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