Merecemos vivir un lenguaje equitativo que nos sume oportunidades y que nos permita vivir el mundo tal y como lo soñamos, escribe Ana Loreanne Colón
Merecemos vivir un lenguaje equitativo que nos sume oportunidades y que nos permita vivir el mundo tal y como lo soñamos, escribe Ana Loreanne Colón
¿Puede la mujer desvincularse de lo político? ¿Existe la posibilidad de ser solo -una mujer- y mantenerse lejos de la controversia que implica serlo? ¿Habrá algún espacio seguro para quienes avanzamos desde la Otredad? Porque en efecto, hemos avanzado. Ya nos miran y saben que estamos aquí. Saben que conocemos, que estudiamos, que reclamamos, que nos atrevemos; pero aun así nos silencian y lo peor: nos fragmentan. El sistema nos rompe para que invirtamos más tiempo en la labor de juntarnos que en la de visibilizarnos. Día a día trabajamos arduo para reparar la fisura causada por la imposición de roles que nos atrapan en la eterna subalternidad. Es claro que esto es estrategia para el bienestar político del sistema de poder, ya que somos fichas con funciones específicas y una movida no planificada puede provocar la alteración del orden social ya dado como único y correcto. Por lo tanto, evitan que nos movamos y que nos apropiemos de nuestra identidad. De esta forma, retomo la primera oración de la columna y sumo un rotundo no. La mujer es pieza clave en el tablero político del país. Justamente por eso urge la denuncia.
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