Roberto Roena vivió su vida con el alma predispuesta a cargar la pena de los demás, haciendo silente la propia. Así, dijo presente al responder a causas nobles, sin ser protagonista, ni pedir nada a cambio, escribe Andrés Waldemar Volmar
Roberto Roena vivió su vida con el alma predispuesta a cargar la pena de los demás, haciendo silente la propia. Así, dijo presente al responder a causas nobles, sin ser protagonista, ni pedir nada a cambio, escribe Andrés Waldemar Volmar
Generalmente percibimos a los artistas como figuras perfectas, distantes de la realidad del ser humano común en su diario vivir. Sin embargo, la realidad es otra. Son personas que viven retos y circunstancias en ocasiones muy delicadas. Son almas sensibles, embajadores de las humanidades, con vidas repletas de atributos que suelen quedar ocultos por un agitado tren de vida y el “glamour” de la fama.
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