Aquellas personas dentro del PNP y del PPD que no se identifican con las políticas de privatización de servicios esenciales, tienen una decisión importante que tomar: el acomodo político o la dignidad, escribe Manuel Natal Albelo
Aquellas personas dentro del PNP y del PPD que no se identifican con las políticas de privatización de servicios esenciales, tienen una decisión importante que tomar: el acomodo político o la dignidad, escribe Manuel Natal Albelo
La posición adoptada por los partidos políticos en Puerto Rico en cuanto a la privatización de los servicios esenciales, incluyendo el acceso a la energía, es el recordatorio más reciente de la farsa sobre la cual se ha sostenido el bipartidismo durante las pasadas décadas. Las supuestas diferencias ideológicas entre el liderato del Partido Nuevo Progresista y el liderato del Partido Popular Democrático (sobre las cuales cada cuatro años se construyen campañas políticas de votar por uno para remover al otro), en realidad se reducen a un solo asunto: cuál debe ser la relación futura entre Puerto Rico y los Estados Unidos. El PNP dice defender la estadidad (aunque nada haga para adelantarla) y el PPD dice defender la colonia (o alguna versión de “autonomía” que todavía no pueden definir). Más allá del estatus, de las consignas o insignias, las ejecutorias de administraciones de ambos partidos son cada vez más difíciles de distinguir. La privatización del servicio eléctrico es el ejemplo más reciente.
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