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Muñoz Marín fue el culpable y dejó buenos discípulos. Cerró ventanas y puertas con retranca puesta y nunca las quitó, dejándonos encajonados en la colonia. Predicaba que la estadidad era muy cara y los puertorriqueños, pobrecitos, no podíamos pagarla y había que conformarse con la “muñeca de trapo” del ELA. Luego se inventó pedir el voto presidencial a cambio de pagar modesta proporción de impuesto federal, de artimaña contra el crecimiento del movimiento estadista.
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