

A tres años de los huracanes Irma y María, a nueve meses de una continua plaga de movimientos telúricos, a seis meses de una pandemia y a la expectativa de la ira de la temporada de huracanes podríamos pensar que Tiqué nos abandonó. Este trastoque de nuestro “orden social” afecta nuestra salud física, mental y económica. En combinación con nuestra tasa de desempleo, la situación fiscal del país, la disfuncionalidad de los justicieros del desvalido, los datos epidemiológicos diarios y la apatía generalizada nos presenta la realidad sindémica en nuestra isla. Entonces, ¿qué nos queda? Dirigir la mirada a nuestros “líderes” o empoderarnos y convertirnos en líderes.
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