Entender que la música de hoy es un resultado de todo lo que le precedió, y encontrar las distintas influencias de múltiples géneros, es la mejor manera de apreciar la música, escribe Adrián Rodríguez Alicea
Entender que la música de hoy es un resultado de todo lo que le precedió, y encontrar las distintas influencias de múltiples géneros, es la mejor manera de apreciar la música, escribe Adrián Rodríguez Alicea
Escuchar música de ayer, especialmente salsa, es como viajar a un evento cuasidivino con semidioses musicales. Desde Héctor Lavoe hasta Willie Rosario, y todo lo que quede en medio, es un pedazo inmenso de nuestra identidad que le añade folclor y emoción a cualquier paisaje. Es un puente que nos conecta con el resto del Caribe, América y nos presenta ante el mundo como la esquina pregonera de nuestros festejos y pesares. La salsa, como resultado de las experimentaciones musicales de mentes como las de Johnny Pacheco, Ray Barretto y Eddie Palmieri, elevó el estandarte del oído latino y puertorriqueño. La música latina, notoria por el estruendo instrumental criollo, alcanzó su clímax con este género.
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