En el 2008 el país comenzó a conocer ampliamente un nuevo discurso político centrado en la unión de todos los puertorriqueños sin importar la preferencia de status político de cada cual. Ese discurso fue rompiendo el mito que por décadas nos habían inculcado. Nos habían hecho creer que los puertorriqueños teníamos que escoger una preferencia de estatus para pertenecer a un partido político y para votar por los funcionarios que dirigirían o administrarían al país. Hasta ese entonces era impensable que estadistas, estadolibristas e independentistas se cobijaran bajo un mismo partido.
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