El efecto más erosivo de la corrupción es el declinar de la confianza política y la presencia de una subjetividad que observa cualquier oportunidad como una máquina para sacar provecho personal, escribe Madeline Román
El efecto más erosivo de la corrupción es el declinar de la confianza política y la presencia de una subjetividad que observa cualquier oportunidad como una máquina para sacar provecho personal, escribe Madeline Román
El discurso prevalente contra la corrupción descansa en el entendido de que esta es causada o está localizada en el Estado (agencias y personas de gobierno) de tal forma que la sociedad entera aparece como su víctima. No hay duda de que el fenómeno de la corruptibilidad del Estado nos ha hecho caer en cuenta que el Estado ya no puede representarse como algo diferente del objeto que regula. Esto se expresa contundentemente en una consigna que circuló por mucho tiempo: Don’t steal, the government hates competition (no robes, el gobierno odia la competencia).
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