Una profesión que construye no puede despreciarse, y el trabajo que conlleva educar no debe minimizarse, escribe Naylibeth Mercado Luciano
Una profesión que construye no puede despreciarse, y el trabajo que conlleva educar no debe minimizarse, escribe Naylibeth Mercado Luciano
Cuando tenía nueve años atendía las noticias que se presentaban en la televisión, pero no tenía la capacidad suficiente para analizarlas. Durante el año 2009 muchos hablaban sobre el tema de los despidos de una gran cantidad de servidores públicos. Aunque no entendía tanto la gravedad del asunto, observé y escuché a muchos maestros resentidos y molestos. En el salón de clases de inglés, en el que se reunían a comer varias maestras, una de las de Título Uno justificó sus razones para sentirse ansiosa y mencionó el hecho de que no contaba con su permanencia. Aunque era niña, no era difícil entender lo que en palabras sencillas expusieron.
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