En lugar de solicitar dinero todo el tiempo, la administración de la UPR tiene que generar economías y establecer prácticas y programas para generar recursos esenciales adicionales, escribe José M. Saldaña
En lugar de solicitar dinero todo el tiempo, la administración de la UPR tiene que generar economías y establecer prácticas y programas para generar recursos esenciales adicionales, escribe José M. Saldaña
Cuando tomé las riendas de la presidencia de la Universidad de Puerto Rico, la institución tenía un déficit de alrededor de $10 millones en el balance de fondos. Cuatro años más tarde, la dejé con un superávit de $56 millones. El Dr. Norman Maldonado, quien me sucedió en el cargo, la dejó con un superávit de $70 millones. Antonio García Padilla, quien asumió la presidencia posteriormente, la dejó con un déficit de $300 millones. Ahí parte de la génesis actual de la institución.
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