El Espíritu Santo nos llama a ser instrumentos para eliminar todas las etiquetas que marginan. Debemos ser instrumentos que detengan la manipulación que deshumaniza, escribe Eduardo Iván García Soto
El Espíritu Santo nos llama a ser instrumentos para eliminar todas las etiquetas que marginan. Debemos ser instrumentos que detengan la manipulación que deshumaniza, escribe Eduardo Iván García Soto
Las etiquetas se utilizan para identificar un producto; para distinguirlo de los demás. Las etiquetas son una estrategia de mercadeo para que el producto sea más atractivo al consumidor. Lamentablemente, existen etiquetas sociales y eclesiásticas con el único fin de manipular, controlar, estereotipar y marginar. Estas etiquetas de dolor las vemos en los medios de comunicación, en los espectáculos y la cultura misma, en la cual la diversidad es motivo de burla y estigma. Escuchamos frases como: “ahí va el hijo del adicto”; “mira la loquita”, “bendito, el nene tiene autismo”. Estas etiquetas marcan al que las lleva, a la familia o al grupo que pertenece con la disfuncionalidad. Eclesiásticamente, visualizamos etiquetas que deshumanizan desde los presbiterios distorsionando el evangelio; que, en vez de ser un mensaje de vida, de esperanza y oportunidad, se convierte en uno de injusticia, sufrimiento y muerte.
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