Algunas de las redes sociales más populares pueden servir como amplificadores de desinformación, falsedades, teorías de la conspiración, y facilitar el surgimiento de populismos y autoritarismos, escribe Jaime Lluch
Algunas de las redes sociales más populares pueden servir como amplificadores de desinformación, falsedades, teorías de la conspiración, y facilitar el surgimiento de populismos y autoritarismos, escribe Jaime Lluch
Desde el 2010, el mundo tiene más naciones y estados que están descendiendo hacia el autoritarismo y no ascendiendo hacia la democratización. Este empeoramiento ha coincidido con la hegemonía de las redes sociales: Facebook se convirtió en la plataforma mundial más popular en 2009, seguido prontamente por el éxito de YouTube, Twitter, WhatsApp, Instagram, y ahora Tik Tok. Hace 10 años, 23% de los estadounidenses recibían sus noticias a través de las redes sociales. Hoy en día es más del 70%. Inicialmente, plataformas como la de Mark Zuckerberg prometían ser una esperanza para la democratización, pero hoy en día hay mucha preocupación por lo contrario: algunas de las redes sociales más populares pueden servir como amplificadores de desinformación, falsedades, teorías de la conspiración, y facilitar el surgimiento de populismos y autoritarismos (Walter 2022: 109).
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