El plebiscito fue la trampa que le quiso poner el PNP a la Alianza para que la campaña girara en torno a las fórmulas de estatus y no en torno a las cualidades de los candidatos y sus programas
El plebiscito fue la trampa que le quiso poner el PNP a la Alianza para que la campaña girara en torno a las fórmulas de estatus y no en torno a las cualidades de los candidatos y sus programas
Cuando voté por primera vez en 1968, después de haber acudido al centenario del Grito de Lares, jamás imaginé que iba a ver el día en que un candidato del PIP a la gobernación obtuviera casi una tercera parte de los votos emitidos en una elección. Aunque a primera vista, los votos obtenidos por Juan Dalmau, parecerían ser un triunfo exclusivo del PIP, si observamos los datos electorales veremos que el grueso de su apoyo provino de electores que votaron por candidatura; y que, aunque tuvieran simpatías por algún partido o ninguno, decidieron no manifestarlo en la papeleta de gobernador y comisionado residente. Pero ese suceso no debe esconder el otro hecho de que además del voto independentista Dalmau recibió el apoyo de no independentistas que sabían que él lo era. La campaña opositora así lo recordaba. Y esa es la primera cara del triunfo de la Alianza.
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