

El segundo debate presidencial no será una repetición del primero. A Donald Trump no le conviene. Su estrategia en el primero fracasó y decepcionó a gran parte de la audiencia. Necesita quedar bien para adelantar en varios estados, donde se encuentra abajo en la intención de voto y que se decidirán por márgenes pequeños. A estas alturas en el 2016, Trump se encontraba en una situación similar, pero se lució en los debates, se posicionó a la ofensiva y se agenció la mayoría de los votos indecisos al último momento. Este año, sin embargo, la pandemia ha provocado que la mitad de los votos se emitan por adelantado, ya sea por correo o por voto temprano, por lo que su acto de magia tendrá su efecto, pero sobre menos votantes que antes. Hace cuatro años ganó en la meta, viniendo de atrás, sobreviviendo perder el voto popular y salvado por la campana del colegio electoral. Apuesta a repetir su hazaña este año y es capaz de hacerlo, pero es más difícil.
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