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Enseñar, aprender, ejercer y aplicar responsablemente el Derecho Penal en Puerto Rico representa una labor de mucho rigor intelectual. En las últimas dos décadas se han puesto en vigor tres códigos penales distintos. Si a ello se suman las constantes enmiendas a las Reglas de Procedimiento Criminal, la situación es más caótica. En ese escenario, transitar el Derecho Penal en Puerto Rico es como introducirse en un laberinto repleto de espejismos que nos conducen a falsas salidas. Esta dinámica se exacerba peligrosamente cuando la que se encuentra perdida en los mirajes del entramado judicial es una persona con diversidad funcional y múltiples padecimientos a quien los órganos judiciales no le han tendido un ovillo de hilo para que encuentre su salida.
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