Si queremos subsistir como país debemos actuar en pro de la unidad, no de la división, escribe Hiram Sánchez Martínez
Si queremos subsistir como país debemos actuar en pro de la unidad, no de la división, escribe Hiram Sánchez Martínez
Sócrates había sido condenado a muerte por la falsa acusación de no honrar a los dioses de Atenas y corromper a su juventud, ante lo cual su amigo Critón lo visita la noche previa a su ejecución para proponerle que se fugue. Sócrates rehúsa fugarse para salvar su vida, entre otras razones porque eso sería ir contra las leyes y la integridad misma del Estado (ciudad). Por más injusto que pudiera parecerle el veredicto de culpabilidad, decía Sócrates, este se había emitido de conformidad con las leyes. Este diálogo, muy estudiado en los cursos de Ciencias Políticas, es memorable en muchos sentidos, pero más por lo aleccionador que debería ser para los que tienen una responsabilidad mayor de velar por que las instituciones que emanan del contrato social perduren sobre suelo firme y no sobre las arenas movedizas de los afectos y desafectos personales de sus funcionarios.
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