Un primer impacto, del que apenas se habla, nos remite a las dramáticas realidades que tienen lugar puertas adentro entre millones de familias: los más jóvenes huyen, dejando a sus padres y a otros familiares en Venezuela. Cuando esto ocurre, se rompe una ley de vida: los mayores necesitan de la asistencia y el apoyo de sus hijos y nietos. Tal como se ha documentado tantas veces en países en los que se desatan guerras, son los mayores los que alientan a sus hijos a marcharse. El sacrificio no es solo para los que se marchan, también para los que se quedan.
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