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El 26 y 27 de enero hubo un registro de tres tornados en el sureste de Estados Unidos, con el saldo de una persona fallecida en Alabama. El más fuerte tuvo una intensidad estimada de EF3 (EF – “Enhanced Fujita Scale”, o escala de intensidad de los tornados de 0 a 5) con vientos de entre 136 y 165 mph. El tornado ocurrió en horas de la madrugada, aumentando su peligrosidad y poder asesino. Los otros dos tornados fueron más débiles, ambos de EF0 (65-85 mph); uno ocurrió en Tennessee y el otro en el “panhandle” de la Florida. Este último pasó sobre el Aeropuerto Internacional de Tallahassee, capital del estado, causando daños a dos aviones, hangares y otras propiedades. Adicionalmente, dos autos fueron destruidos por un árbol que cedió ante la violenta embestida del fenómeno meteorológico. Afortunadamente, en este caso no hubo muertes ni heridas que lamentar. Este evento despertó curiosidad sobre la normalidad (o no) de ver tornados en esta región en pleno invierno boreal.
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