No debemos olvidar a cuatro intrépidos puertorriqueños que lo arriesgaron todo para traer al país uno de los más importante inventos del siglo 20, escribe Flavia García
No debemos olvidar a cuatro intrépidos puertorriqueños que lo arriesgaron todo para traer al país uno de los más importante inventos del siglo 20, escribe Flavia García
El próximo 28 de marzo se conmemora en Puerto Rico el comienzo oficial de la televisión, pero olvidamos que en julio de 1952 hubo cuatro distinguidos puertorriqueños, dueños de estaciones de radio, quienes solicitaron a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC por sus siglas en inglés), la cual regía, debido a nuestra condición de territorio norteamericano, nuestras comunicaciones. Tanto Ángel Ramos, José Ramón Quiñones, Rafael Pérez Perry y Alfredo Ramírez de Arellano, miembros activos de la Asociación de Radiodifusores, local y nacional, esperaban ansiosos, desde 1948, que la FCC levantara la congelación de otorgación de licencias. Esta espera de cuatro años fue el motivo por el cual México, Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba inauguraron antes que Puerto Rico sus transmisiones televisivas.
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