Las obras del cineasta boricua constituyen un testimonio de gran valor y un apostolado de amor a Puerto Rico, escribe Amalia Lluch
Las obras del cineasta boricua constituyen un testimonio de gran valor y un apostolado de amor a Puerto Rico, escribe Amalia Lluch
Desde “James Bomboncito” hasta “Vivimos para esa noche” transcurren 53 años de desarrollo continuo y un sueño en la vida de Luis Molina Casanova. Desde niño quiso dedicar su vida a la filmación de imágenes. Se visualizó como un camarógrafo y terminó convirtiéndose en director de cine. El proceso no ha sido fácil, nada lo es cuando nos guían la determinación y la firme voluntad de convertir en realidad un sueño. Su lucha para conseguir financiación para cada uno de sus proyectos, así como los múltiples obstáculos que ha enfrentado a lo largo de su camino, no han logrado que se aparte un ápice de su propósito: educar a un pueblo confundido a través del cine.
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