Se ha arraigado en la isla una cultura peligrosa que aborda los asuntos públicos y políticos de manera exagerada, desfachatada, chismosa, mercenaria, demagógica, cínica y, por supuesto, falsa, escribe Eduardo Bhatia
Se ha arraigado en la isla una cultura peligrosa que aborda los asuntos públicos y políticos de manera exagerada, desfachatada, chismosa, mercenaria, demagógica, cínica y, por supuesto, falsa, escribe Eduardo Bhatia
Con la retirada del polémico personaje de La Comay de los medios de comunicación, cabría tener la esperanza que el análisis y los comentarios políticos en Puerto Rico alcanzaran un nivel más elevado y sofisticado. Sin embargo, después de dos meses en la isla, al escuchar y ver diversos programas, incluyendo podcasts, me surge la preocupación de que eso no sea así. A pesar de la presencia de comentaristas serios, se ha arraigado en la isla una cultura peligrosa que aborda los asuntos públicos y políticos de manera exagerada, desfachatada, chismosa, mercenaria, demagógica, cínica y, por supuesto, falsa.
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