Después de cinco años de bravuconerías, amenazas, reclamos, excusas, y de paciencias vanidosas, todo termina -o aparenta terminar- en una foto casera, en un atracón de sonrisas heroicas, escribe Cezanne Cardona Morales
Después de cinco años de bravuconerías, amenazas, reclamos, excusas, y de paciencias vanidosas, todo termina -o aparenta terminar- en una foto casera, en un atracón de sonrisas heroicas, escribe Cezanne Cardona Morales
Esta es la quiebra gubernamental más fotogénica de nuestra historia. Y es también la quiebra más restaurantera, la más sport, la más íntima, casera, digital y la más amorosa, a juzgar por aquella foto en la que líderes legislativos prefiguran el acuerdo para el Plan de Ajuste de Deuda que se aprobará luego en el hemiciclo, a viva voz y al chocar de puñitos. Después de cinco años de bravuconerías, amenazas, reclamos, excusas, y de paciencias vanidosas; luego de convocar apocalipsis, promesas fiduciarias y de kamasutras presupuestarios, todo termina -o aparenta terminar- en una foto casera, en un atracón de sonrisas heroicas, similar al concurso de pintura que las autoridades españolas -en los tiempos de Francisco Goya- convocaron para celebrar el “momento feliz, aunque sangriento, en el que el pueblo pasó de la ominosa esclavitud a la bienhechora libertad”.
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