Claro que hace falta un libro sobre la corrupción puertorriqueña. Pero ese libro no lo pueden escribir los propios corruptos. Eso sería el colmo, opina Cezanne Cardona Morales
Claro que hace falta un libro sobre la corrupción puertorriqueña. Pero ese libro no lo pueden escribir los propios corruptos. Eso sería el colmo, opina Cezanne Cardona Morales
A su salida del tribunal federal, una periodista le preguntó a Tata Charbonier si escribiría un libro desde la cárcel. La pregunta me espantó mucho más que los delitos o el veredicto mismo, tal vez porque aquella interrogante no venía ni del oficio ni de los empujones que se daban unos a otros a la salida del tribunal para conseguir una exclusiva; más que un desliz libresco, la pregunta no era otra cosa que el síntoma de esa plaga de libros de políticos, corruptos, empresarios o criminales confesos que han copado el mercado editorial. Uno tiene la impresión de que la imaginación, el rigor o la investigación ya no importan tanto, y que la orden del día es ser víctima, victimario, héroe o emprendedor -lo que sea que signifique eso. Juan José Millás se quejó hace unos años de lo mismo: cuando un criminal, un alpinista, un deportista, un político, un corrupto, un millonario o un influencer se hacen famosos escriben un libro. Pero cuando un escritor escribe un libro no puede hacerse ni criminal, ni alpinista, ni deportista, ni político, ni cantante, ni mucho menos millonario.
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