Hay mucho valor en ese llamado a reconocernos como gestores de nuestras vidas, tanto individual como colectiva. Lo opuesto es entendernos solo como pasajeros en un barco a la deriva en un mar de azares, escribe Armando Valdés
Hay mucho valor en ese llamado a reconocernos como gestores de nuestras vidas, tanto individual como colectiva. Lo opuesto es entendernos solo como pasajeros en un barco a la deriva en un mar de azares, escribe Armando Valdés
Noel Estrada escribió “En mi Viejo San Juan” en 1942, a petición de su hermano, un soldado destacado en el exterior durante la Segunda Guerra Mundial. El protagonista de la pieza se fue “hacia extraña nación, pues lo quiso el destino”. Con el pasar del tiempo, ese destino burló su intención de regresar “al San Juan que yo amé”. La obra se convertiría en uno de los primeros fenómenos globales de la música boricua, de la mano de Libertad Lamarque, Marco Antonio Muñiz, Javier Solís y otros artistas que grabaron interpretaciones de esta insigne composición.
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