Norberto González era el librero eterno que mantuvo a flote a editoriales y la venta de libros en la isla. Decenas de autores vieron sus esperanzas hechas realidad a través suyo, escribe Emmanuel Figueroa Rosado
Norberto González era el librero eterno que mantuvo a flote a editoriales y la venta de libros en la isla. Decenas de autores vieron sus esperanzas hechas realidad a través suyo, escribe Emmanuel Figueroa Rosado
Hace dos años, en medio de los terremotos que afectaban al país, me encontraba junto a mi colega, Laura Miranda, en una pequeña oficina en Río Piedras frente a la presencia de Norberto González. Fueron meses largos de trabajo, borrando, añadiendo y editando, que terminamos con la idea de acudir a donde Norberto para ver si nos publicaba nuestro primer libro. El tema era uno inusual: la unión del estudio de la neurociencia y los efectos de los desastres naturales. Queríamos presentar un nuevo acercamiento a cómo dichos eventos producían cambios en la educación de la niñez desde el punto de los procesamientos mentales, emocionales y neuronales. ¿Quién querría publicar un libro como ese?
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