En la década de 1970, El Hipopótamo era un timbiriche pequeño y simpático, con un mostrador magro y a la vez reluciente, sin sillas ni mesas: solo un hueco en la vitrina que daba a la acera, escribe Lilliana Ramos Collado
En la década de 1970, El Hipopótamo era un timbiriche pequeño y simpático, con un mostrador magro y a la vez reluciente, sin sillas ni mesas: solo un hueco en la vitrina que daba a la acera, escribe Lilliana Ramos Collado
El Hipopótamo, no solo ha estado con nosotros por prácticamente 50 años, sino que, además, ha sido la casa más amable e invitante para muchos de nosotros disfrutar la magia de la amistad. Académicos, estudiantes, abogados, políticos, artistas y todos aquellos que buscaran una buena conversación, incluso de madrugada, se han dado la vuelta por este icónico espacio de la Ciudad Universitaria.
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