Nuestra educación debe proponer otras maneras de ser hombre para que aprendan a lidiar con el coraje y la frustración, escribe Catherine Marsh Kennerley
Nuestra educación debe proponer otras maneras de ser hombre para que aprendan a lidiar con el coraje y la frustración, escribe Catherine Marsh Kennerley
Mientras esperaba en una oficina médica, un programa transmitió el llanto desgarrador de un hijo al enterarse del asesinato de su madre y la cámara capturó parte de su cuerpo sin vida. Me percaté que todas las presentes en la sala evadimos las imágenes, tal era la magnitud del dolor televisado. A eso le siguió, no un análisis serio de la situación, sino preguntas a quienes salían de un supermercado. Se deben aumentar las penas de prisión para que los agresores “aprendan”, escuché. Aquí ese verbo es sinónimo de escarmiento no de transformación. Lo que esa “solución” ignora es que la cárcel sale muchísimo más cara que la educación con perspectiva de género y lo que se aprenderá allí no necesariamente mantendrá a las mujeres más seguras.
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