Ahora resulta que los contaminados, indeseables y no bienvenidos somos nosotros. En términos prácticos, Nueva York ha colocado a Puerto Rico en aislamiento, escribe Carlos Díaz Olivo
Ahora resulta que los contaminados, indeseables y no bienvenidos somos nosotros. En términos prácticos, Nueva York ha colocado a Puerto Rico en aislamiento, escribe Carlos Díaz Olivo
Nos ha dado de nuestra propia medicina. Esta es quizás, la manera apropiada de describir el anuncio del gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, de incluir a los viajeros procedentes de Puerto Rico en una lista de jurisdicciones de alto riesgo, lo cual implica que estarán sujetos a una cuarentena de catorce días a su llegada a ese estado. Todo esto resulta irónico, pues hace poco más dos semanas atrás, eran los puertorriqueños quienes nos consideramos impolutos y clamábamos por el cierre del aeropuerto y una virtual prohibición a la entrada de visitantes a la isla. Ahora resulta que los contaminados, indeseables y no bienvenidos somos nosotros. En términos prácticos, Nueva York ha colocado a Puerto Rico en aislamiento.
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