Ante el descontento generalizado del pueblo con sus gobernantes, la figura del secretario de Estado adquiere más relevancia que nunca, escribe Anibelle Sloan
Ante el descontento generalizado del pueblo con sus gobernantes, la figura del secretario de Estado adquiere más relevancia que nunca, escribe Anibelle Sloan
Llevamos seis meses sin un secretario de Estado en propiedad. En el gobierno compartido las cosas se complican, las ramas ejecutiva y legislativa pulsean con fuerza para promover sus respectivos intereses, detener políticas públicas que no apoyan o ejercer presión para conseguir sus objetivos. En este cuatrienio, ya hemos visto una dura demostración de estas luchas de poder.
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