En cada Pascua, el Señor nos invita a rodar las piedras que impiden que nuestros corazones amen, perdonen y sean misericordiosos, escribe Roberto González Nieves
En cada Pascua, el Señor nos invita a rodar las piedras que impiden que nuestros corazones amen, perdonen y sean misericordiosos, escribe Roberto González Nieves
Hoy, como Iglesia, celebramos la vigilia de la Pascua de la Resurrección de Jesús en la que se nos invita a ir de la mano de aquellas valerosas mujeres en su camino al sepulcro para ser testigos alegres de la Resurrección. Ellas, al llegar, se encuentran con la piedra del sepulcro corrida, con la tumba vacía y los paños y las vendas con los que habían cubierto el rostro sobre el suelo. En cada Pascua, el Señor nos invita a nosotros a correr la piedra de los sepulcros del pecado personal y del pecado social como el machismo, el odio, la división como pueblo, la criminalidad, especialmente aquella que se comete contra las víctimas inocentes, del abuso contra menores, la corrupción, el racismo, la falta de solidaridad con los pobres y los marginados. Nos invita a rodar las piedras que impiden que nuestros corazones amen, perdonen y sean misericordiosos.
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