La nueva sociedad, que funde disposiciones religiosas con las jurídicas como resultado del electoralismo, nos presagia sorpresas, escribe Eudaldo Báez Galib
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Alguien en Alabama, por accidente, dejó caer un frasco que contenía un embrión congelado (ovulo fecundado) de los de implantar en el útero. Hubo la pérdida del embrión y sus dueños demandaron al hospital por negligencia bajo una ley antiabortista que califica de homicidio la destrucción de “un niño por nacer”. El Tribunal Supremo de Alabama, aplicando esa ley, resolvió que “un embrión era un niño”. El hospital donde ocurrió el evento fue responsabilizado.
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