Si las personas conocieran un poco más acerca de estas maravillosas criaturas, quizás entenderían por qué son tan importantes para nosotros en términos ecológicos, culturales y hasta económicos, escribe Adolfo Rodríguez Velázquez
Si las personas conocieran un poco más acerca de estas maravillosas criaturas, quizás entenderían por qué son tan importantes para nosotros en términos ecológicos, culturales y hasta económicos, escribe Adolfo Rodríguez Velázquez
El pasado 6 de junio, el gobernador Pedro Pierluisi estuvo realizando una visita a la Reserva Natural Las Cabezas de San Juan en Fajardo. Hizo una publicación en sus redes sociales para reseñar su visita. En su escrito, destacó un particular organismo y cito: “Esta área de belleza natural es el hogar de un sinnúmero de especies, como la salamandra boricua”. La biodiversidad de nuestra isla no ostenta salamandras, no existe una “salamandra boricua”. Inclusive, el único registro que se tiene de estos animales en las Antillas es un fósil con más de 20 millones de años de antigüedad encontrado en República Dominicana. Ahora bien, sí tenemos lagartos de los géneros Hemidactylus, Phyllodactylus, Gekko y Sphaerodactylus que, de manera errónea, en ocasiones, son llamados salamandras. La forma más adecuada para referirse a estos debería ser gecos, salamanquesas, salamanquitas y/o salamanquejas. En la publicación, el gobernador incluye una foto de un geco pigmeo de Townsend (Sphaerodactylus townsendi). Esta es una especie endémica de ciertas zonas costeras de Puerto Rico. Se entiende que quizás era a esta especie a la que se refería el primer ejecutivo con relación a la “salamandra boricua”.
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