La concentración del poder en círculos de confianza ha sido una constante en la política puertorriqueña. La reciente controversia sobre los puestos que ocupan el matrimonio compuesto por Francisco Domenech y Verónica Ferraiuoli dentro de la administración de la gobernadora Jenniffer González reaviva un debate esencial: el equilibrio entre meritocracia y la centralización de funciones. Más allá de los salarios percibidos, la pregunta clave es si esta consolidación beneficia realmente al país o compromete la calidad de la gestión pública.
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