Una apelación abre a la posibilidad de que el Circuito de Apelaciones deje sin efecto la convicción y ordene un nuevo juicio, escribe Miguel Oppenheimer
Una apelación abre a la posibilidad de que el Circuito de Apelaciones deje sin efecto la convicción y ordene un nuevo juicio, escribe Miguel Oppenheimer
Luego de 12 días de juicio, y largas horas de trabajo, el jurado determinó que María Milagros “Tata” Charbonier y su esposo Orlando Montes son culpables de todos los delitos presentados contra ellos en la acusación federal. Después de escuchar y leer sobre la evidencia exhibida por la fiscalía federal muchos se preguntan: ¿Por qué fue a juicio Tata? ¿Por qué no llegó a un preacuerdo? Solo ella sabe la contestación. Esa decisión de ejercer sus derechos constitucionales a juicio por jurado y obligar a la fiscalía a que prueben el caso contra ella más allá de duda razonable, son la raíz de nuestro sistema judicial. En una jurisdicción donde se llegan a preacuerdos en el 99% de los casos es raro que un acusado ejerza su derecho a juicio; no solo es raro, sino que admirable.
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