Es preciso discernir si la oferta política la entiendo como buena, a los ojos de los valores evangélicos, escribe Jorge Ambert
Es preciso discernir si la oferta política la entiendo como buena, a los ojos de los valores evangélicos, escribe Jorge Ambert
Un convencido seguidor de Jesús seguro que ha de cuestionarse sobre el voto democrático que se le pide en las elecciones. Si se trata de influir en la sociedad en que vivo, la fe me anima a influir, para que los valores cristianos y humanos se cultiven y reinen. Pero la pregunta surge: ¿debo votar para que la visión de nuestra comunidad católica, su práctica de la moral y la conducta, sea la que se imponga a través de mi voto? Difícil la respuesta. Lo que sí obliga primariamente es a la participación ciudadana. Si decido no votar, sería a lo más como una forma de voto protesta. Participar es parte de mis convicciones sobre la sociedad deseada por Dios.
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